La menopausia la podemos definir como la pérdida de fertilidad en la mujer, debido al agotamiento de los folículos en el ovario y el diagnóstico es clínico, definido como la ausencia de periodo menstrual por más de 1 año.
De este modo podemos definir la perimenopausia o transición menopáusica, como el periodo de tiempo transcurrido entre el momento en que empiezan a ocurrir los primeros cambios en el ciclo menstrual y el año posterior al cese definitivo de las reglas.
En esta etapa de la vida se producen una serie de cambios biológicos y endocrinos que tienen repercusión clínica, y lo podemos considerar un periodo evolutivo con grandes variaciones individuales.
Se produce un cambio en el patrón de sangrado, con acortamiento de ciclos y presencia de ciclos irregulares.
Pueden empezar a aparecer síntomas vasomotores como sofocos, sudoración nocturna o palpitaciones. También cambios neurofisiológicos como trastornos del sueño, fatiga y cambios de humor.
Según datos del instituto Nacional de estadística, 4 millones de mujeres están pasando por esta etapa, es decir un 12% de la población.
A parte de las irregularidades del ciclo, se produce un importante descenso de la fertilidad con alternancia indiscriminada de ciclos ovulatorios y anovulatorios.
Y es por este motivo que no debemos olvidarnos de hacer un asesoramiento anticonceptivo a las mujeres menopáusicas, puesto que en esta etapa de baja fertilidad, en cualquier momento puede surgir una ovulación espontánea que puede desencadenar un embarazo no deseado.
El asesoramiento anticonceptivo en la perimenopausia debe valorar las condiciones de la mujer (estado de salud, fertilidad, reversibilidad del método, estilo de vida, frecuencia sexual, prevención de ETS y conocimiento del método). Informando y trasmitiendo adecuadamente la información sobre las distintas opciones existentes, atendiendo a las prioridades de la usuaria y buscando un equilibrio entre riesgos y beneficios.
Por otro lado, no debemos de olvidar que es una etapa de la vida con múltiples separaciones matrimoniales que pueden suponer un aumento de su actividad sexual y de aparición de nuevas parejas sexuales, por lo que se producirá un cambio en sus necesidades contraceptivas y de prevención de ETS.
Y de nuevo, al igual que en la etapa adolescente, debemos recomendar encarecidamente el uso de doble método con su anticonceptivo habitual para prevenir un embarazo no deseado y preservativo para proteger frente a enfermedades de transmisión sexual.
Entre los métodos anticonceptivos recomendados, debemos valorar los posibles efectos adversos que puedan desencadenar en esta etapa de la vida y los posibles efectos beneficiosos no contraceptivos.
Hay que tener en cuenta que ningún método anticonceptivo está contraindicado únicamente por el factor edad.
No existe ninguna contraindicación para mantener un método anticonceptivo más allá de los 50 años, sabiendo que el propio método anticonceptivo puede enmascarar la sintomatología menopáusica.
Dr. Manuel Marcos
Ginecólogo Experto en Cáncer de mama
Presidente de la sección de asistencia privada de la SEGO
Coordinador de ginecología del grupo HM Hospitales