La densidad de la mama depende de las cantidades relativas de grasa y tejido fibroglandular (glándulas y ligamentos, o también llamado tejido denso) presentes en el seno. Cuando se tiene la mama densa la proporción de tejido fibroso frente a tejido graso es mayor y, además, esta proporción varía inversamente con la edad. Así, las mujeres más jóvenes tienden a tener las mamas más densas que las mujeres mayores, debido a que, a medida que se envejece, el tejido graso va sustituyendo al tejido fibroglandular. No obstante, las mujeres postmenopáusicas pueden tener también las mamas densas.
Mamas densas y cáncer de mama
Desde los años 80, los especialistas se sirven de una herramienta que proyecta la probabilidad que tiene una mujer de desarrollar esta enfermedad, dentro de los siguientes 10 o incluso 30 años. Dicha herramienta, llamada modelo Gail, recoge cinco factores de riesgo de cáncer de seno: años de la paciente cuando tuvo la primera regla, edad actual, número de biopsias previas, fecha de nacimiento del primer hijo y número de familiares de primer grado (madre o hermana) con este tumor.
Además de los factores de riesgo recogidos en este modelo, pueden darse alteraciones genéticas específicas en ciertos genes (BRCA1, BRCA2 y otros), que aumentan hasta en un 80% el riesgo de cáncer de seno. Sin embargo, estas alteraciones son raras; se estima que no llegan a un 10% de todos los cánceres de seno.
Puesto que los cánceres de mama se desarrollan casi siempre en el tejido denso del pecho y no en el graso, las mujeres con una densidad mamaria de más del 60% pueden presentar, aproximadamente, un riesgo entre 4 y 6 veces mayor de padecer este tipo de cáncer. Actualmente se están ampliando los estudios para incluir las mamas densas como nuevo factor de riesgo, ya que hay que tener en cuenta que las mujeres con mamas densas representan la cuarta parte de las féminas; es decir, se trata de una circunstancia bastante frecuente entre nuestras pacientes.
En el caso de las mujeres postmenopáusicas, a estos factores de riesgo también se han añadido otros, tales como un mayor índice de masa corporal, la edad de aparición de la menopausia, el uso de terapia hormonal sustitutiva y haber tenido previamente mamografías con resultados falsamente positivos. De esta manera, se pretende identificar más eficazmente a las mujeres con altas posibilidades de padecer esta enfermedad.
Mamas densas y pruebas diagnósticas
La implicación clínica más importante de la mama densa radica en la dificultad de interpretar los resultados de la mamografía, ya que el tejido denso es más heterogéneo y reduce el contraste de la imagen. Por este motivo, los especialistas pueden prescribir otro tipo de pruebas diagnósticas complementarias que les permita emitir un diagnóstico con mayor certeza.
Veremos a continuación las diferentes técnicas diagnósticas por imagen que permiten detectar el cáncer de mama:
- Mamografía: consiste en colocar la mama entre dos placas y presionarla durante unos segundos, mientras se realizan radiografías con rayos X de baja potencia. En el caso de mujeres que presenten factores de riesgo, esta prueba debe realizarse de forma anual a partir de los 40 años. Para las que no presenten factores de riesgo, sería suficiente, en principio, realizarla cada dos años a partir de los 40, y anualmente a partir de los 50 años. La mamografía puede reducir las muertes por cáncer de seno de un 25 a un 35% en mujeres que no presentan síntomas.
- Mamografía digital: esta versión mejorada de la mamografía convencional, registra las imágenes de rayos X en formato digital, utilizando sistemas informáticos en lugar de plasmarlas en película de radiografía. De esta forma, las imágenes son más precisas, pueden almacenarse electrónicamente (lo que facilita su localización), además de permitir al radiólogo un mayor ajuste en la pantalla y notar así diferencias sutiles entre los tejidos.
- Ecografía: técnica en la que se emplean ultrasonidos que se convierten en imágenes. Al ser una prueba más sensible que la mamografía, sirve como complemento a la misma en el caso de mamas densas y permite distinguir con mayor precisión las lesiones nodulares identificadas en la mamografía.
- Resonancia magnética nuclear: esta prueba no debe realizarse de manera generalizada a todas las mujeres y únicamente se recomienda como complemento a la mamografía habitual en féminas con alto riesgo de padecer cáncer de mama (aquellas que tengan mutaciones en los genes BCRA o que fueron tratadas de un linfoma de Hodgkin, por ejemplo) o mujeres que ya hayan sido diagnosticadas de cáncer o hiperplasia atípica en un pecho.
- Biopsia: si alguna de las pruebas de imagen anteriormente citadas han mostrado algún tipo de alteración, se realiza una biopsia para extraer una muestra del tejido mamario sospechoso y poder realizar un examen posterior con el microscopio. La técnica utilizada para la realización de biopsias mamarias consiste en una punción aspiración con aguja fina (PAAF). Pueden utilizarse técnicas diagnósticas de imagen, como la Tomografía Axial Computerizada (TAC), para guiar la realización de la misma.
El diagnóstico precoz del cáncer de mama es de vital importancia. Más concretamente, en el caso de un grado cuatro de cáncer detectado en la mama, la curación es del 100%, mientras que en un segundo grado en el que hay afectada una mama pero también los ganglios locales, el porcentaje se reduce a un 80-90%. Por este motivo, no debes olvidar visitar a tu ginecólogo al menos una vez al año, quién, además de realizar el examen físico o exploración, podrá resolver muchas de tus dudas y te informará de los programas enfocados a la prevención de este tipo de enfermedades, cada vez más frecuentes en la población femenina.
Dr. Santiago Palacios
Fundador y Director de la Clínica Palacios y ginecólogo experto en menopausia
Director de la Cátedra de Climaterio y Menopausia de Fundación HM Hospitales
Presidente de la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas
Miembro del consejo de la International Menopause Society (IMS)